Docencia y magisterio en el  méxico moderno*
  
    Teaching and teacher in modern mexico
Estela Medrano Ortiz
Instituto Superior de Ciencias de la Educación  del Estado de México, México
esteidg@yahoo.com.mx
   
Resumen
  El presente trabajo plantea la complejidad  de la labor docente a lo largo de la historia del sistema educativo mexicano, los  actores implicados, las políticas educativas (federal, estatal e institucional),  las evaluaciones y los resultados en las escuelas.
Para ello, primero hace un esbozo del  desarrollo del sistema educativo y de sus políticas, después analiza los  contextos, teorías y actores que intervienen en el acto educativo, más adelante  afirma que el Sistema de Bachillerato Estatal es un ejemplo de los dos rubros  anteriores y, por último, analiza las políticas que evalúan el desempeño de los  docentes del sistema educativo de nuestro país. 
Palabras clave: contexto  educativo, calidad, actores, autoridad, política. 
Abstract
  This work raises the complexity of  teaching throughout the history of the Mexican educational system, actors  involved, educational policies (federal, State, and institutional), assessments  and results in schools. 
To do this, first makes a sketch of  the development of the education system and its policies, then it analyzes  contexts, theories and actors involved in education, furthermore it stands that  the State Level High school System is an example of the two previous  categories, and finally, It examines policies that evaluate the performance of  teachers in the education system of our country. 
Key words: context education,  quality, actors, authority, policy.
Fecha recepción: Agosto 2015 Fecha aceptación: Diciembre 2015
* Este artículo fue elaborado durante el tiempo que la autora permaneció inscrita en el Programa de Doctorado en el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México.
  Introducción
  La educación es un tema objeto de controversia, un  concepto que se ha estudiado desde perspectivas diferentes y, en consecuencia, que  ha generado modelos educativos distintos y posturas diversas con respecto a sus  implicaciones sociales, históricas, económicas y políticas. Todo ello se ha  reflejado en currículos, planes de estudio y reformas que, a pesar de todo, siguen  sin cerrar la brecha que existe entre la realidad áulica y las necesidades sociales.
  Actualmente enfrentamos una crisis educativa, tanto en  México como en el resto del mundo, la cual tiene que ver con las necesidades  del mundo moderno. Los avances tecnológicos y los procesos de aprendizaje han  cambiado los paradigmas educativos que demandan los grupos hegemónicos de los  sistemas educativos y, al mismo tiempo, los modelos teóricos y pedagógicos de las  instituciones educativas oponen resistencia, de tal suerte que se sataniza la  labor del docente en los medios de comunicación.
  En el presente trabajo describiremos la problemática de  la educación, para posteriormente analizarla desde una postura crítica  ecléctica que ayude a entender que la educación es un fenómeno transdisciplinario,  de carácter permanente y trascendental.
  De manera general, primero hablaremos de la historia  del Sistema Educativo Mexicano desde finales del s. XIX hasta la reforma  actual. En segundo lugar, analizaremos las estructuras, actores y modelos  educativos que permean al SEM, dando el ejemplo del Sistema de Bachillerato; y por  último, reflexionaremos sobre la evaluación en la Reforma Educativa aceptada a  nivel federal en 2013.
México independiente, maestros dispersos
La profesión docente es una profesión de Estado. El nacimiento de la docencia está ligado a la educación primaria pues es ahí donde recae la base del Sistema Educativo Nacional (SEN). Dicha génesis profesional comenzó a finales del siglo XIX, en medio de conflictos políticos y económicos de un país joven; la victoria de los liberales y la dictadura porfiriana relegaron el papel de la educación a un segundo plano:
Las Leyes de Reforma y la  Constitución de 1857 trajeron consigo el triunfo liberal, que fue debilitando  la influencia de la Iglesia en los asuntos educativos; el Estado comenzó a  ejercer su poder al crear las primeras escuelas Normales (tal como hoy se  conocen), así como los primeros planes y programas de estudio para la educación  básica (Arnaut, 1996).
  Ello originó el primer gran debate  educativo entre maestros particulares y maestros del ayuntamiento debido a que  estos últimos defendían su derecho a trabajar; por su parte, los maestros  normalistas, la minoría, sostenían que solamente tenían derecho a educar los que  se preparaban para hacerlo. Quizá en este contexto fue expuesta, debido a  intereses políticos y corporativos, la necesidad de captar a los maestros y también  de transformar al magisterio en una profesión de Estado.
  En los años previos a la Revolución  mexicana podemos encontrar los pilares del SEN con los matices que ya  conocemos, así como con las grandes debilidades que seguimos padeciendo, siendo  las más notorias:
De la Revolución al campo; masificación de la educación rural
Uno de los mitos sobre el  magisterio, contado en leyendas, corridos y evidencias de la época, habla del  papel que desempeñaron los maestros durante la Revolución. Alberto Arnaut y  María Bertely afirman que se desconoce hasta dónde participaron activamente los  maestros en la lucha armada, lo que sí es un hecho es que el proyecto de  centralización estatal del magisterio se vio interrumpido por la Revolución, no  así el trabajo docente ya que muchos maestros siguieron laborando y trabajando  –ya fuera para un bando revolucionario y/o para el otro-, mientras que los  pocos que fueron a la “bola” se dedicaron a asuntos políticos nacionales.
  En esos años aciagos de lucha  armada se delineó la visión política e ideológica de la educación anunciada en  el Artículo 3° Constitucional (1917), donde se plasma el laicismo y gratuidad  de la misma, además de la obligatoriedad tanto del Estado de impartir educación  como de la población de tener estudios básicos.
  Los problemas de pago y una  incipiente identidad gremial dieron al maestro esa imagen mítica de “paladín  revolucionario”, pero al mismo tiempo hubo pocos cambios pedagógicos y  curriculares, lo que se tradujo de nueva cuenta en la nula profesionalización  magisterial.
  Tras el triunfo de la fracción  constitucionalista en la Revolución, el Estado Mexicano y sus gobiernos  postrevolucionarios se avocaron a darle al SEN uno de los primeros logros de la  educación: la creación en 1922 de  la Secretaria de Educación Pública (SEP), lo cual tenía como finalidad  homogeneizar los Planes y Programas de Estudio, la currícula escolar y crear  los organismos o departamentos correspondientes.
  Los espacios que ha logrado la SEP  son los cotos de poder que pelean tanto los normalistas como los no  normalistas, ya sea por posiciones técnicas-pedagógicas o por intereses  políticos. Esto producía pugnas, tensiones y la necesidad de crear un sindicato  magisterial o que los puestos directivos y de inspectores escolares fueran para los  maestros normalistas más que para otros profesionales de la educación, desembocando  en una cerrazón dogmática y profesional.
  Como la educación se volvió de repente  un asunto de prioridad nacional, se abrieron escuelas rurales y escuelas  normales a lo largo y ancho del territorio nacional. El maestro rural a  diferencia del normalista de extracción urbana –en la mayoría de los casos– no había  recibido una preparación para dirigir una escuela, pero sí tenía arraigo a su  comunidad, por lo que participaba de la vida social de la comunidad (gestor del  gobierno local y estatal, abogado del pueblo, sembrador de la milpa, consejero),  siempre con la complicidad y poco control de la autoridad educativa.
Esta forma de actuar por parte de  los profesores rurales puso al descubierto dos características propias del  maestro mexicano: la primera tenía que ver con el problema del pago a los  servicios prestados, los cuales eran irregulares y muy bajos; el segundo era  que el maestro normalista, al no tener arraigo en la comunidad donde trabajaba,  emigraba a la ciudad en busca de mejores oportunidades, mientras que los  maestros no normalistas hacían proselitismo político para, en ambos casos,  utilizar esta profesión como trampolín político y mejorar su estatus de vida.
De la educación socialista a la membresía sindical
En el periodo de 1922 a 1943, la  apertura de escuelas primarias y escuelas rurales trajo consigo el agravamiento  de las relaciones magisteriales y la discusión sobre la profesionalización  docente; además de la lucha por los espacios directivos y de poder entre  especialistas de la educación, secretarios de educación y de Estado,  universitarios y normalistas.
  Los cambios políticos derivados con  la caída del Maximato y de la idea de la educación socialista, aunados a la  expropiación petrolera y el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, delineaban  la imagen del maestro como un agente de cambio, como portavoz de las demandas  de su comunidad, gestor ante el gobierno y proselitista de caciques, munícipes  y gobernadores (Arnaut, 1996, pp. 57-92). 
  La expansión de la educación y de  escuelas creó un nuevo nivel educativo: la secundaria; aquí la pregunta que  surgió de inmediato fue ¿en manos de quién estaría este nivel educativo?, ¿en  manos de los bachilleres de la Universidad o de los maestros egresados de las Normales?  Al crearse la educación secundaria se avivó, una vez más, la bizantina  discusión y la lucha por los espacios de decisión y control de este nivel  educativo, tanto política como educativamente, entre la Universidad, las escuelas  Normales y la SEP; pues mientras los primeros pensaban en la ciencia y la  cultura de élite –las primeras secundarias fueron elitistas-, los normalistas  tomaban las demandas sociales emanadas de la educación socialista (las cuales  ponían es discordia al magisterio nacional, así como a la SEP misma). Ello los  enfrentaba a la autoridad educativa y a la opinión pública, así como a los  políticos adversos a las políticas del cardenismo.
  Las misiones culturales y los  maestros rurales se enfrentaron varias veces, en una ocasión por discursos  pedagógicos y otras tantas por espacios directivo-educativos y políticos; ahí  los primeros no tenían arraigo en las comunidades pero sí un apoyo político del  gobierno, además, pequeños caciques regionales ocupaban espacios que sentían  “propios de los normalistas”. Muchas veces, el papel de la SEP era acabar con  el conflicto cambiando al maestro rural de lugar de trabajo para poder acabar  con las disputas.
  A principios de 1940, el  magisterio, sobre todo en las principales ciudades del país, logró, mediante la  CTM de Lombardo Toledano y el PRI, auspiciados por la SEP, el nacimiento del  sindicato más grande de Latinoamérica: el Sindicato Nacional de Trabajadores de  la Educación (SNTE).
  El SNTE, desde su nacimiento,  perfila sus funciones en los siguientes rubros:
Además de estas funciones, el SNTE  formó una de las organizaciones corporativas del partido en el poder por casi  50 años.
Tal vez sea este periodo el que tuvo  el presupuesto gubernamental más alto de toda la historia del SEN, pero al  mismo tiempo el que menos se reflejó en la vida de miles de maestros (2002).
De la unidad nacional a la caída sindical
Desde la gestión de Ávila Camacho, siguiendo  con la de Torres Bodet, titular de la SEP, se acabó el litigio de la educación socialista,  acabándose al mismo tiempo con el poder de la secretaría, que se depositó en el  sindicato.
  El Plan de 11 años, los movimientos  sociales de los maestros de 1958 y el estudiantil de 1968, pasando por la  expansión del Sistema de Educación Secundaria y las crisis económicas  sexenales, de Ávila Camacho a Miguel de la Madrid, todo fue un parteaguas  histórico en el México moderno, que cambió el rostro de la educación y de los  docentes ya que el magisterio sufrió la mayor caída salarial de su historia y  la inmovilidad social y laboral provocó la crisis de relaciones entre la SEP y  los lideres vitalicios del SNTE, entendido como vanguardia revolucionaria.
  Los cambios curriculares de áreas a  asignaturas, los contenidos de los libros de texto, los cursos de actualización  y nivelación pedagógica, mostraron en esos años que el magisterio abrió sus  puertas a la expansión educativa de modo arbitrario y sin planeación, de tal  suerte que esa formación y origen tan heterogéneo del gremio lo hicieron  político de los partidos y representantes sociales, un gremio sin identidad y  un grupo de movilización inmediatista (para no perder lo poco que tiene), ignorando  por completo su misión social.
  Son estas características las que  han permitido al magisterio ser una profesión con poco arraigo y que sea  utilizada como plataforma política; basta recordar a Hank González, Elba Esther  Gordillo, Carlos Jongitud, numerosos diputados, presidentes municipales,  gobernadores, etcétera. Ellos, desde su esfera de poder, se han servido del  magisterio, utilizándolo (a cambio del discurso o del regalo de dádivas o  plazas) para sus intereses particulares.
  Fueron estos años de lucha por  lograr una identidad profesional, cuando se cayó en el abaratamiento del  magisterio y su credencialización, cuando el maestro con tal de conseguir su  “plaza” solo le importaba mantener el escalafón y hacer movilizaciones sociales;  a pesar de los “grandes presupuestos para la educación”, la caída salarial de  1982 fue la más grave y dolorosa e hizo renacer, con mucha mayor fuerza que en  el pasado, los fantasmas de la profesionalización y la mejora salarial para los  docentes.
El Acuerdo Nacional de la Modernización Educativa
Carlos Salinas de Gortari decide  crear el Acuerdo Nacional de la Modernización Educativa, en el cual la  profesión magisterial asciende del nivel medio-técnico al nivel superior de licenciatura,  lo que conlleva a miles de docentes a cursar la Licenciatura en Cursos  Intensivos, Semiescolarizado y de verano en diferentes Normales del país; al  mismo tiempo, la demanda de nuevos aspirantes se contrae pues el magisterio ya  no será más una “carrera corta con grandes expectativas” (Arnaut, 1996).
  Al mismo tiempo, durante el sexenio  de Salinas de Gortari se contempla la posibilidad de establecer un salario  profesional (Ornelas, 2002).
  Es el propio Salinas de Gortari  quien propone la política de la Modernización Educativa, la cual tras más de cien  años de historia magisterial se convierte en una gran reforma educativa debido  a que:
Todo ello genera grandes  expectativas magisteriales y propicia una incipiente profesionalización del  magisterio, pero al mismo tiempo aumenta la dependencia de los gobiernos federal  y estatal de los criterios de evaluación y participación por parte de  “especialistas” de la educación y de políticos, lo que propicia que la  movilidad laboral se vea inundada de maestrías, diplomados y doctorados para poder  escalar a la cima. Asimismo, surgen los niveles en la carrera magisterial y/o  docente, además de otros criterios de evaluación tabulatoria.
  La movilidad laboral está en manos  del SNTE y los sindicatos estatales –muchos de ellos “blancos”-, cómplices y  aliados del gobierno en esta cruzada por la “profesionalización del  magisterio”.
  Por último, la gran Reforma a la  Educación Primaria (1992-2009), secundaria (1994-2008) no coincide en el tiempo  con la Reforma a la Educación Normal (1997, 2002, 2010), lo cual habla de un  desfase educativo. Mientras las escuelas normales estén sujetas a disposiciones  y normatividades administrativas y políticas, y no educativas o académicas, se  padecerá de esa falta de identidad profesional y, por consiguiente, el perfil  de egreso será solo un discurso.
El sistema educativo  mexicano, el basurero de la política mexicana
  En  estos tiempos modernos, han estado presentes la crisis educativa derivada de la  falta de oportunidades de empleo, la falta de profesionales en los distintos sectores  laborales del país, la mala calidad de la educación pública en comparación con la  privada, el pobre desempeño nacional en relación con los altos estándares  competitivos a nivel mundial, la deficiente preparación de los maestros que  imparten clases, etcétera; por otro lado, cada gobierno en turno se regodea de sus  supuestos logros en el área de la educación: hablan del alto presupuesto destinado  a la educación, que la cobertura es más amplia, que tenemos mejores niveles  educativos, que se ha eliminado el analfabetismo y que cada día hay más  educandos en las escuelas como en ningún otro momento histórico.
  Los  siguientes elementos ayudarán a entender ciertas situaciones:
¿Cómo  llegó el sistema educativo a esta situación? Recordemos que durante el siglo  pasado nuestro país dejó de ser un país agrícola y atrasado para convertirse en  un país industrializado, que tenía una población con más del 50 % de analfabetas  y ahora tiene menos de 6 % de analfabetismo, que no tenía un sistema educativo pero  ahora tiene la mayor cobertura educativa en todo el continente.
  Los dos grandes problemas del país se  encuentran en los siguientes factores:
Por  eso ahora el sistema educativo está en crisis. El crecimiento del sindicato  magisterial tiene que ver con la política de control de este gremio y al mismo  tiempo con la lucha de los grupos políticos al interior del mismo, lo que ha propiciado  un enfrentamiento entre la SEP y el propio gobierno por los espacios políticos,  sin importar si se sacrifica a miles de niños que asisten a clases.
  Esta  misma lucha ha generado desigualdad educativa en nuestro país y en consecuencia  muy baja calidad educativa. En cierto sentido, no se puede negar que la SEP se  ha preocupado por propiciar herramientas educativas para la mejora de la  calidad educativa de los docentes, así como de sus competencias.
  Los  cursos de actualización, los foros educativos, los intercambios culturales, los  congresos, la carrera magisterial, son, en su conjunto, elementos que fomentan  la mejora educativa de nuestro país, pero que son tomados por una minoría de  docentes; la gran mayoría los ven como “candados” políticos, o como algo que  debe generar una ganancia en escalafón o monetaria, de lo contrario quedan  fuera de su consideración. Por tanto, ese dinero a pesar de estar bien  invertido se pierde y no ejerce el impacto educativo que debiera.
  Además,  el secretario en turno tiene que acomodar en puestos clave a políticos y  maestros para poder operar las políticas educativas. Así, la dirección del sistema  educativo se deja en manos de gente que desconoce las necesidades del este,  burocratizándolo aún más, dejando de implementar una real evaluación o de dar seguimiento  a modelos y políticas educativas.
  Todo  esto propicia la falta de una real evaluación educativa, los problemas de  rezago, el bajo nivel competitivo, los pocos profesionales de nuestro país y la  desigualdad educativa que generan el retroceso y la contracción que actualmente  padecemos.
Hacia  una definición de educación
  Concebir un concepto de educación requiere de objetividad  y a la vez de unificación semántica, pues si bien es cierto que entendemos como  educación el acto de enseñar y aprender, también se establece como un fenómeno  de transferencia cultural de una generación a otra, así como un conjunto de  técnicas y procedimientos para realizar una acción en cualquier esfera del  quehacer humano. 
Implicaciones de la educación en la vida moderna
Tabla I. Esquema de la educación moderna en México
En otros términos se establece que la educación es un  conjunto de habilidades y destrezas para que el individuo se desarrolle integralmente  en sociedad, ello implica un contexto y necesidades concretas de una región y  comunidad. Al mismo tiempo se define como garantía individual y derecho de  cualquier individuo.
Sin embargo, la educación también es un acto  ideológico que implica una visión del mundo y unas normas que permiten su  retroceso o su desarrollo, lo que impacta en el desarrollo mismo de las  culturas, civilizaciones, naciones o gobiernos que invierten en ella.
Si podemos definir lo que es la educación, las  preguntas son: ¿a qué se debe la crisis actual?, ¿los estándares de calidad  educativa responden a las necesidades de la sociedad actual?, ¿la calidad  educativa tiene que ver con la calidad de vida del sujeto? 
Posturas  sobre la educación
Cuando hablamos de posturas en la educación no  pretendo hacer una reseña histórica de la educación ni de todos aquellos  pensadores que aportaron teorías para explicar este fenómeno, la idea central  se refiere a las posturas que hoy se establecen en la educación dentro de las  aulas y que de un modo u otro moldean nuestros estilos de enseñanza, el  discurso educativo y las formas de evaluación.
Desde la perspectiva psicológica encontramos que las  posturas teóricas sobre educación están definidas por:
Ahora bien, para que estas posturas psicológicas  puedan desarrollarse deben estar respaldadas por un conjunto de procesos y  habilidades del pensamiento para así poder “comprobar” que el sujeto está  siendo educado.
  Al conjunto de técnicas y procesos educativos se le  llama pedagogía. En los sistemas educativos y sus modelos, las posturas  pedagógicas son las siguientes:
Al interior de las instituciones estas son las visiones “científicas” sobre la educación, pero si vamos más allá de la visión escolar estaremos en posibilidad de explicar las diferentes visiones sociales que se tienen del hecho educativo, estas posturas son:
Es este sentido es difícil decidir cuál es el estilo e  integración de los sujetos dentro de la escuela por la interacción de agentes  dentro y fuera del aula y la institución; con ello el fenómeno que estudiamos  se vuelve difícil de entender.
  La  educación como proceso de transformación
  Si bien es cierto que el fenómeno educativo se fundamenta  en teorías curriculares y psicológicas, también lo es el hecho de que en este  sentido existe una triada que no se puede separar y que es, en cierta forma, la  síntesis del proceso educativo en donde las relaciones son más estrechas y al  mismo tiempo las que reciben la influencia de factores interpsicológicos y  externos que modifican no solo el proceso educativo sino la visión y percepción  del conocimiento; dicha triada es el alumno, el maestro y el libro de texto y/o  material didáctico.
  La currícula no solo es la planeación de un curso o la  operación de los planes y programas de curso de un ciclo escolar, un grupo de  asignaturas o de una carrera o sistema escolar, también es el conjunto de  estrategias, actividades y evaluaciones que tienen como fin examinar,  diagnosticar y evaluar los desempeños de alumnos en el aula.
  Dicho currículum puede ser manifiesto como se ha  señalado líneas arriba pero también existe el currículum oculto, aquel que se  manifiesta en una filosofía y visión del mundo, que nos permite discernir sobre  lo bueno o malo del quehacer educativo, aquel donde manifestamos nuestra  personalidad y nuestros valores humanos, nuestros intereses, en fin, toda nuestra  personalidad y estilo de aprendizaje queda plasmado en ese currículum oculto.
  Ello nos lleva a pensar la relación que existe entre  diferentes individuos y la lucha entre lo individual y lo colectivo. Muchos  autores y teóricos de la epistemología de la educación plantean que el  conocimiento se descubre a partir de la relación sujeto-objeto, además de los  procesos mentales por los cuales definimos, explicamos e interpretamos la  realidad y los diferentes conocimientos que adquirimos, ya sea por medio de la  experiencia o el raciocinio. 
  Aquí debemos detenernos y considerar: ¿las  interacciones que tiene el individuo no afectan los procesos de aprendizaje? Es  posible que estas relaciones con los diferentes actores educativos modifiquen  los fenómenos y mecanismos con los cuales desarrollamos nuestras habilidades  mentales y, por ende, nuestra visión del mundo y las concepciones de cómo  estudiamos.
  Los  actores sociales en el proceso educativo
  El hecho educativo se ve influenciado por diversos  actores sociales tanto dentro como fuera de una institución educativa, en ello  coexisten diversas percepciones y necesidades sociales y educativas, que de  manera directa o indirecta influyen en estos procesos educativos lo que a su  vez influye no en la capacidad de inteligencia del individuo pero sí en la  forma de adquirir los conocimientos y saberes para la resolución de los  problemas a los que se enfrenta a lo largo de su vida académica y posterior a  ella.
  Estas relaciones que se establecen entre los  diferentes actores educativos y agentes sociales están permeados por conductas  y valores sociales que modifican, en gran medida, los procesos mentales y  permiten al sujeto desarrollar habilidades cognitivas o alcanzar estándares  educativos social y laboralmente aceptados a los que se llaman competencias, o  bien se puede retroceder en esas habilidades y competencias.
  En un primer momento, los actores que intervienen en  los procesos educativos son las autoridades educativas, los maestros y los alumnos;  la relación se vuelve compleja por la organización institucional y el clima  laboral, influyendo en ella las políticas educativas e institucionales que se  establecen en la escuela.
  Las relaciones entre directivos y maestros, los  compromisos sociales, las comisiones y las disposiciones oficiales más los  acuerdos y desacuerdos que se dan en esta relación, influyen, de manera  decisiva y directa, en la operación, interpretación y las actividades que los  docentes aplicarán en su aula; con ello encontramos un espectro tan heterogéneo  como el tamaño y número de docentes que laboran en la escuela.
  La relación entre maestros y alumnos es una relación  que aún explicada mediante teorías pedagógicas, psicológicas y antropológicas,  tiende a ser modificada por factores de “acuerdos” entre ambos, de necesidades  y demandas emanadas por la dinámica áulica, las modas en el hablar y el vestir,  por el dominio de saberes o la ignorancia de contenidos y procedimientos  establecidos en un plan de estudios, los valores sociales que se dan a la  escuela y la empatía que exista entre alumno- maestro y alumno-alumno. Todo  ello propicia el éxito o el fracaso de los procesos educativos y de las  relaciones necesarias para los mismos.
  En otra dimensión que se entrelaza con el proceso  educativo, la relación de padres de familia y/o tutores, y los pares  (entiéndase amigos, vecinos y familiares), influyen en la educación puesto que  aquí se manifiestan las situaciones económicas, culturales y de necesidades inmediatas  que necesitan los diferentes grupos sociales que interactúan con la escuela.
  En esta relación existe un cúmulo de creencias y  prejuicios con respecto a lo que es la escuela y lo que se concibe como  educación. Las diferentes posturas y argumentaciones, a pesar de su  construcción empírica, chocan con la realidad académica y valorativa que se  gesta en el aula y la institución, generando resistencia a los postulados  curriculares y a las normas que dan vida a la escuela y sentido a la concepción  de educación que esta propone.
  Muchas de las fuentes que tenemos para conceptualizar  a la educación como un proceso provienen de otras instituciones y de las  relaciones que conserva la escuela con empresas, secretarías de Estado,  gobiernos locales o nacionales, así como del contexto que la rodea (de manera  geográfica, cultural y económica). Todo esto hace que los actores educativos  manifiesten a priori lo que sirve o no sirve de la educación y cuestionen su  función social.
  Basta con mencionar que la relación que existe entre  los medios de comunicación y la escuela, genera ideas y actitudes sobre lo que es  esta, las cuales van desde la sátira de programas de entretenimiento, hasta las  críticas políticas al sistema y sus dirigentes, dando pie a un ambiente de opinión  adverso que influye en las conductas e ideas sobre la educación.
  En dichos contextos, las aseveraciones o críticas a la  educación van de un apriorismo empírico a una crítica “científica” basada en  cifras estadísticas y recursos económicos e infraestructurales que distorsionan  nuestro objeto de estudio.
  Si observamos las diferentes creencias sobre lo que es  la educación y las posturas teóricas y políticas sobre la misma, nos daremos  cuenta que nuestro objeto de estudio se ha diversificado de tal manera que si  bien el discurso político es que la educación es un beneficio y una garantía para  todo sujeto, también es cierto que en el plano operativo esto está muy lejos de  ser una realidad para millones de sujetos en el mundo.
  La  política versus educación
  Aquí encontramos la arista más difícil de incrustar en  nuestro objeto de estudio, pues hablar de política es hablar de otro ente  abstracto que solo se entiende desde las relaciones de poder y la gestación de  recursos que recibe la escuela.
  En los sistemas occidentales y de carácter democrático,  los gobiernos, emanados de elecciones, constituciones y nacionalismos, hablan  de la educación como si fuera una garantía, un derecho y de los beneficios que  trae tanto para el individuo como para el progreso de las naciones que invierten  en ella. 
  Para permitir la agilización y el buen funcionamiento  de la vida escolar se crean normas y reglamentos, así como sistemas educativos,  se permite la participación del gobierno y de particulares, se contrata a  especialistas y docentes para discutir la pertinencia de planes y programas de  estudio, las formas de evaluación, se discute quiénes serán responsables de  departamentos y direcciones, quiénes tienen los atributos para dirigir una  escuela o una supervisión. En otro momento se discuten los recursos para  edificar la escuela, las instalaciones de la misma, su equipamiento, el  mantenimiento de la escuela, el diseño de espacios, su ubicación geográfica y su  impacto en alguna comunidad. 
  También se discuten los criterios de selección de  personal, quiénes deben educar y se selecciona quién debe asistir a tal o cual  escuela, los salarios de los docentes y cómo y en dónde se debe actualizar a la  planta docente de un sistema o subsistema educativo. ¿Cuál es el costo  económico de la educación? ¿La sociedad o la nación obtendrán un beneficio? ¿Lo  que se enseña en la escuela es útil para el alumno? Tal vez no se aprenda al acumular  información, pero la educación está determinada por los acuerdos de política  educativa y la interpretación que se hace de ellos.
  La subordinación que existe de la educación a la  política no es abstracta, deriva de las relaciones de diferentes actores y  grupos políticos, en diferentes esferas y contextos políticos.
  Podemos definir que dichos actores son tanto  internacionales como nacionales y que la interpretación que se haga de las  recomendaciones educativas y los intereses económicos y políticos plasman un  retrato de la educación que dista mucho de la realidad que deseáramos se  viviera en el aula.
  Sabemos que actualmente existen organismos  internacionales que sugieren líneas gruesas sobre lo que debe ser la política  educativa, sus objetivos y sus logros, estas instituciones son tanto de carácter  político, económico-financiero, como de carácter científico y humanístico.
  Así es como se da origen a la globalización del mundo,  a pesar de los avances tecnológicos y los recursos económicos, descubrimos la  gran inequidad que hay entre las diversas regiones del mundo respecto a la  educación; países como el nuestro que están subordinados a dichas ideologías  diseñan sus políticas educativas a partir de estas recomendaciones.
  Al diseñar las políticas educativas, el gobierno  federal discute el presupuesto y los contenidos que se deben de diseñar en  planes y programas de estudio.
  Dicha discusión se centra en las cámaras de  representantes (políticos alejados de nuestras realidades áulicas y sociales),  se convoca a congresos educativos, a foros de debate, se invita a  especialistas, maestros, investigadores y público general a diseñar propuestas  educativas para poder legitimar la política educativa.
  Cabría aclarar que en este punto, la discusión  científica pervierte de manera directa o indirecta, las diferentes teorías  educativas y se presentan en programas educativos o en reformas que son  “vanguardia” y panacea de la educación, cuando en el fondo las estructuras  siguen igual y la infraestructura ideología dominante es la que permea nuestros  centros educativos. 
  Aunque existe un gobierno federal, cada entidad  federativa a través de sus secretarías de educación y sus representantes  locales, distribuye el presupuesto que se asigna a sus sistemas educativos y  diseñan sus propias estrategias y normas educativas, contribuyendo con ello a  más confusiones, autoritarismos y contenidos que están muy lejos de mejorar el  proceso educativo y en sí lo que llamamos educación.
  Existen otros dos actores que intervienen en la  política educativa, y que son: el sindicato de maestros y la vida institucional  (el clima escolar); es tanta la injerencia del sindicato de maestros que su  función va más allá de la defensa de los derechos de los docentes como  trabajadores del Estado o de instituciones privadas, o de los contratos de  trabajo o del salario. Ellos influyen en la designación de las plazas de  docentes y de los mandos directivos, incluso en muchos casos a partir de la  participación sindical muchos docentes hacen carrera política y fortunas que  nada tienen que ver con el fenómeno educativo. Así, desde sus diferentes  posiciones políticas y laborales apoyan o no apoyan las reformas o líneas  políticas, contribuyendo con ello a pervertir el quehacer educativo de los  actores áulicos y educativos. 
  Es tal la fuerza del sindicato, que este propone  contenidos de estudio, temas educativos y puestos directivos; el sindicato es  reflejo de la idiosincrasia de la clase política de nuestro país, enriqueciendo  de manera ofensiva a diversos estratos sociales, actuando en detrimento de la  educación.
  Estas pugnas sindicales establecen alianzas con otros  agentes sociales y otros trabajadores para establecer acuerdos que traen  beneficios a una cúpula magisterial que está lejos del fenómeno ya citado;  incluso existe oposición dentro del mismo sindicato, por lo que es constante el  paro de actividades en las escuelas y la inconformidad social en contra del  magisterio nacional y su actuar dentro del aula. De ahí que se tenga un  resultado desastroso en materia educativa en nuestro país, fenómeno que ha durado  al menos los últimos cincuenta años. 
  La vida institucional está siendo afectada por esta  actividad política; la escuela se ha convertido en un feudo donde los  directivos y su séquito de adeptos definen la política escolar; de manera  discrecional se sanciona o premia a los docentes, existen autoritarismos,  corruptelas y paternalismos que promueven inequidad de oportunidades para  docentes y alumnos. En muchas ocasiones se acuerdan las mejoras del edificio  escolar, el equipo a utilizar en la escuela, el tipo de uniforme del alumno,  las cooperaciones para actividades académicas, culturales o cívicas que requiere  la escuela, en tiempos que representan la pérdida en horas clase, lo cual va en  detrimento de la educación del sujeto.
  Las  implicaciones educativas
  Cuando hablamos de las implicaciones educativas del  quehacer del objeto de estudio elegido, nos referimos a la síntesis de la  visión de la educación y su utilidad en la vida diaria. Podemos concebir a la  educación de la siguiente manera:
El  modelo de bachillerato estatal
  Los antecedentes del bachillerato en el Estado de  México datan del año 1985, como respuesta a la expansión de este subsistema  educativo a nivel nacional y a la política de modernización que permeó al mundo  en ese momento.
  Al profesionalizarse la carrera docente y tratar de  elevar el nivel educativo de nuestra nación, la explosión de este sistema en el  territorio mexiquense quedó en manos de docentes normalistas, lo que a su vez provocó:
Para el año 2000 y en lo que va de esta década hemos  tenido dos reformas que postularon cambios curriculares y estructurales, donde  la filosofía era el desarrollo integral del sujeto y sus habilidades y  competencias con perfiles más científicos y técnicos olvidando el área  humanística.
  En todas y cada una de las reformas de este subnivel  educativo, los cambios administrativos y normativos no han sufrido grandes transformaciones,  lo que ha provocado un choque entre las nuevas formas de aprender y las  estructuras tendientes a la enseñanza.
  El  concepto de educabilidad, la libertad y los valores en la Educación Media  Superior 
  La explicación sobre el bachillerato estatal es un  ejemplo de los modelos actuales que giran en torno a la concepción de  competencia, integración y desarrollo del sujeto, sustentadas en las teorías  cognitivas y constructivistas de la psicología, la investigación, acción y  andamiaje pedagógico, y fundamentadas en las libertades y derechos de la Carta  Magna. El problema radica en las concepciones que se dan en el currículo oculto  y la vida institucional.
  El problema no está en la normatividad o el  cumplimiento de un programa, sino en la concepción de educabilidad que manejan  los docentes, pues entendemos que la educación es un acto de libertad y  creación del sujeto; asimismo, es un acto socializador de los mismos actores  educativos.
  La educabilidad debe dar sentido y fin al acto  educativo dentro de nuestras aulas; no se trata de llenar de conocimientos a  los alumnos, ni de pretender enseñar procedimientos o evaluar por medio de  exámenes; educar significa conocer al alumno y sus necesidades. Es reconocer y  retomar la idea de lo heterogéneo y los ritmos que tiene el sujeto para  aprender, darle la libertad de aprender lo que quiere saber, la intencionalidad  de lo conocido y olvidarse de la especialización educativa.
  En los sistemas escolarizados aún pensamos que el eje  de la educación es el maestro y no el alumno, justificamos el fracaso escolar  con los supuestos y las creencias de la supuesta “ignorancia” del estudiante,  la situación de desventaja del padre de familia o la tiranía del Estado.
  Al formar un esquema cerrado la clase se vuelve una  dictadura en donde el alumno “aprende” lo que el docente “enseña” y los  conocimientos tienen una falta de utilidad, un sinsentido, un vacío y una  limitante de la libertad.
  La esencia del hombre es libertad basada en curiosidad  e imaginación, en procesos de descubrimiento e investigación.
  Cuando se habla de educación se habla del Estado y sus  políticas, aquí las ideologías y las concepciones del mundo chocan oscilan  entre un modelo educativo y la vida institucional; las investigaciones  históricas sobre el desarrollo educativo en nuestro país han encontrado constante  rezago y mala calidad educativa.
  El problema se refiere más a las prácticas educativas  del docente que al desarrollo del estudiante, pues la currícula del docente  (maestro normalista, universitario o técnico), ve a la filosofía de la  educación como historia de la filosofía educativa, lo cual no impacta en la práctica  áulica con los alumnos.
  Pensamos como docentes que nuestro actuar y nuestra  concepción del mundo está alejada del aula y de la escuela, nada más falso en  el mundo de las interacciones humanas, pues es ahí en las escuelas donde más  relaciones y concepciones del mundo se construyen de manera cotidiana.
  La educabilidad dentro de los sistemas escolarizados,  a pesar de postularse en el modelo educativo en marcha, no ha sido comprendida  por el docente, quien continúa con prácticas contrarias al modelo que atentan  contra la libertad del estudiante, coartando su capacidad de reflexionar e  imaginar.
  De nada sirven los desarrollos científicos y los avances  tecnológicos cuando se trunca la libertad tanto por la autocensura del docente  como por la imposición de enseñanzas en el estudiante.
  Las instituciones que  imparten educación normal en la transformación del sistema de formación de  maestros para la educación básica
  Esta  parte del trabajo tiene como propósito analizar el proceso de evaluación del  sistema de normales, como punta de lanza del INEE y concretamente el Sistema de  Profesionalización Docente.
  Desde la década de 1980, el sistema  educativo de las escuelas normales sufrió un cambio en su estructura y sus  paradigmas; en primer término se acabó con un siglo de escuelas técnicas al convertirse  en instituciones de educación superior. Antes de esta fecha se consideraba a las escuelas normales como formadoras de  maestros de educación primaria, por lo que no se necesitaban muchos estudios  para transmitir conocimientos. Entonces el decreto presidencial que las elevó a  estudios superiores nunca pensó en la ubicación de las escuelas normales como  IES, así que cabe preguntarse cuáles son sus funciones sustanciales.
  Con las reformas de 1992, 1997 y  2011 hemos descubierto que las escuelas normales carecen de las siguientes  funciones:
Con los cambios que se han generado  en los últimos años en el Sistema Educativo Nacional y las evaluaciones que se  han tenido del mismo en sus diferentes niveles y modalidades, ha sido menester  realizar reformas y cambios en los planes de estudio y currícula, los cuales no  han dado resultados positivos.
  Esto ha generado diversas  modificaciones y evaluaciones por diferentes instituciones e instrumentos que  hablan de una realidad educativa que se gestionó desde el año 1992 con la  suscripción del Tratado de Libre Comercio (TLC) y a lo largo de 22 años han  modificado el SEN, provocando los cambios políticos y constitucionales que en  materia educativa hemos vivido en tiempos recientes (Arnaut, 1996).
Evaluación  y acreditación de programas, docentes, directivos y estudiantes
  Tomando en consideración los nuevos  marcos jurídicos, derivados de la reforma constitucional en materia educativa  2013 que imperan en el país, es necesario modificar las estructuras operativas,  normativas y administrativas de las instituciones y órganos que forman parte de  la evaluación de los actores educativos y de la educación misma.
  Ahora nos encontramos en la primera década del siglo-milenio  y nos toca evaluar dicha política modernizadora educativa, las instituciones  formadoras de maestros —las Escuelas Normales— entran al escenario de la  modernización de manera tardía.
  Los cambios de la currícula en primaria y secundaria se dan  en 1992 y no fue sino hasta 1997 cuando el “Programa de Transformación para las  Escuelas Normales” delinea sus políticas, propósitos y cambio curricular (SEP, 2001). 
  En este contexto los maestros se enfrentan a visiones  antagónicas de ser maestro y de su formación, derechos y obligaciones. Los  nuevos maestros, surgidos de la reforma, entienden que la profesionalización  del docente tiene que ver con una formación inicial –con grado de licenciatura  desde 1984-, la actualización y su quehacer; hoy más que nunca tiene que ver  con procesos democráticos, incluyentes, pedagógicos y de investigación, de tal  suerte que su papel docente consiste en el desarrollo de habilidades,  sistematización de experiencias y trabajo colegiado (Arévalo, 2003, pp. 9-15). 
  El problema de la mayoría de los maestros radica en su  visión repetitiva y positivista del mundo, la rutina de la clase, la  radicalización o la apatía política y su deficiente formación docente  (manifestada en ignorancia y repetición de estrategias de enseñanza); los hace  ver que la modernización educativa ha creado instrumentos de control, que se  tiende a privatizar la educación pública y se atenta contra el empleo y el  nivel de vida del magisterio. Ese espacio donde vive el docente lo lleva a un  desajuste en su trabajo llamado burnout: “es una respuesta al estrés laboral crónico integrado por  actitudes y sentimientos negativos hacia los profesores con los que trabaja y  hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse  emocionalmente agotado” (Ayala, 2002, p. 31). 
Infraestructura  de las instituciones 
  Con respecto a la infraestructura  de las instituciones, debemos reconocer, a partir de las evaluaciones de  ProFEN, CIIES y SGC, que la autorización, promoción, gestión y evaluación  tiende más hacia el mantenimiento de los servicios y el edificio escolar que hacia  los fines del desarrollo del trabajo académico y de los proyectos de  investigación, generando en gran medida el atraso de las escuelas normales ya  mencionado.
Habilitación  docente
  Con respecto a la habilitación docente, dicho antagonismo  ideológico ha propiciado que una de las debilidades del magisterio se presente  en la movilidad del personal y la integración de equipos de trabajo. Palabras  como trabajo colegiado, propuesta de trabajo, competencia y calidad educativa  se entienden desde diferentes visiones, subjetivas y emocionales en su mayoría,  que retardan el trabajo académico del docente, dejan de aplicar estrategias de  aprendizaje, distorsionan los propósitos de los planes de curso y que carecen de  planeación tanto de cursos como institucional.
  Los cursos de actualización no impactan en el docente por  las razones ya explicadas arriba y los talleres generales de actualización se  vuelven ejercicios catárticos en donde impera el empirismo por encima de la  sistematización y la propuesta.
Reglamentación  para la incorporación, promoción y permanencia del personal académico y  directivo de educación normal  
  Las  condiciones para poder realizar el trabajo docente y establecer estrategias  exitosas de aprendizaje tienen que ver con factores externos y extraescolares, asimismo,  es necesario analizar las condiciones del clima de aprendizaje y el papel de  los actores educativos, tal como se explica en el siguiente cuadro: 
   
Tabla II. Cuadro de factores que intervienen en la escuela
| Factores externos y extraescolares | Factores del clima de aprendizaje | Papel de los actores educativos | 
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Los  factores que intervienen en la educación son complejos y también influyen en la  forma de manifestar la planeación y formas de organizar la acciones educativas  del docente.
El  enfoque de competencias nos permite reflexionar sobre el quehacer educativo y  las acciones de aprendizaje que debe desarrollar el alumno.
La  visión y la tradición pedagógica influyen en la aplicación del enfoque de  competencias, lo que conoce y aprende el alumno, al mismo tiempo reflejan los  resultados de la educación y la influencia escolar en la comunidad y la  evaluación de la calidad educativa.
Actualmente en los diferentes modelos educativos, sistemas educativos y niveles se implementan reformas educativas, todas basadas en el enfoque de competencias.
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