Los cambios del vínculo amoroso en la posmodernidad

Changes in the postmodern loving bond

René Pedroza Flores
Universidad Autónoma del Estado de México, México
renebufi@yahoo.com.mx


Doctorado en Ciencias Sociales, Master en Salud Mental y Clínica Social, Maestría en Psicología Clínica y Salud, y Maestría en Sociología. Correo electrónico: renebufi@yahoo.com.mx

 

Resumen

La relación amorosa en la pareja ha ido cambiando por influencia de la posmodernidad; la seguridad de la monogamia ha perdido terreno ante la inmediatez de la gratificación sensual, producto del hedonismo, el narcisismo y el individualismo, trastocándose los mitos de la monogamia y de lo masculino y femenino. En este trabajo presentamos una panorámica de los cambios que se experimentan en el amor en pareja, analizando cuatro puntos: la vida amorosa en la posmodernidad, el tránsito del vínculo amoroso en la pareja hacia la conexión del amor líquido, la caída de los mitos de lo masculino y lo femenino, y el desplazamiento entre los sexos. La conclusión obtenida es que la base de la posmodernidad es de carácter ambivalente debido a que, por un lado, difunde nuevas ideas en cuanto a la experiencia amorosa en la pareja, pero por el otro preserva herencias ideológicas que lastiman dicha relación.

Palabras clave: posmodernidad, pareja, vínculo, amoroso, relación.

Abstract
The love affair between the couple has changed under the influence of postmodernism; security of monogamy has lost ground to the immediacy of sensual gratification, product hedonism, narcissism and individualism, which alters the myth of monogamy and male and female. This paper presents an overview of the changes experienced in love couple, analyzing four points: the love life in the postmodern, the transition from loving bond between partners to the connection of liquid love, falling myths male and female, and the offset between the sexes. The conclusion drawn is that the base of postmodernism is ambivalent because on the one hand, spreading new ideas about the experience of love between partners, but on the other preserves ideological legacies that hurt the relationship.

Key words: postmodernism, couple, link, love, relationship.

Fecha recepción:   Septiembre 2014          Fecha aceptación: Febrero 2015


Introducción

La vida amorosa en la posmodernidad

La sociedad posmoderna se define como hedonista, hiperindividualista y con identidades movedizas. Es hedonista porque el placer y el goce en la vida están atados a los deseos; hiperindividualista porque se caracteriza por la apatía y la indiferencia; y movediza, porque cambia la identidad constantemente a partir de la volatilidad del deseo. Estos rasgos de la sociedad traen cambios en la vida amorosa, la “liberación” del goce rompe con los significantes del otro (singular) para adquirir los significantes del Otro (social), reflejo del hedonismo de la fiesta perpetua. El síntoma es el vacío en la relación amorosa, la existencia de relaciones de pareja que viven al día con menos compromisos a largo plazo y con mayor atención a sus propias necesidades, en la búsqueda de autosatisfacerse en los planos profesional, social, afectivo y amoroso.

En el imperio del superyó de nuestro tiempo, donde se construyen significaciones distintas con el otro (relación de pareja), se impulsa una fenomenología de la vida amorosa que carece de vínculos duraderos; el síntoma de la felicidad instantánea en la pareja dentro de una fiesta perpetua que, al esfumarse, solo deja tras de sí su libertad y una negativa a adquirir responsabilidades, argumentos del cambio social que limita fijar vínculos amorosos de larga duración.

El escenario social de la relación amorosa cambia, pero no al mismo ritmo de las relaciones en sí mismas; es decir, el contexto cambia a un ritmo acelerado, pero las pautas de comportamiento cambian lentamente. En la pareja no todo es dulzura sino que queda de manifiesto un complejo engranaje que involucra aspectos de la posmodernidad: felicidad, pasión, goce y disfrute, que coexisten con herencias del malestar de la vida amorosa de otros momentos de la vida social, como el maltrato, la violencia y el rencor hacia la mujer.

DEL VÍNCULO AMOROSO DE LA PAREJA A LA CONEXIÓN DEL AMOR LÍQUIDO
El vínculo amoroso de la pareja se ha transformado en la sociedad posmoderna, por lo que el engranaje social influye en la envoltura psíquica de la pareja y viceversa. El individualismo, el consumismo y el hedonismo vulgar, presentes en la sociedad, no son ajenos al vínculo de la pareja, la tendencia al narcisismo, la búsqueda perpetua del deseo y la fiesta del amor, todas ellas formas usuales de vincularse amorosamente.

Bauman (2003) en su libro El Amor líquido, aborda la fragilidad de los vínculos humanos dentro de la ambivalencia de la modernidad líquida; se tiene el anhelo de que los vínculos estén apretados y al mismo tiempo flojos, así como una sensación de inseguridad y fugacidad ante el amor líquido. Como afirma Bauman en el prólogo de su libro, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo están ávidos e incluso desesperados por relacionarse, para sentirse seguros porque saben que son fácilmente descartables, pero también desconfían de vincularse y en particular de vincularse para siempre, ya que ello les genera tensión. 

Las relaciones humanas en ese claroscuro son el motor, dice Bauman, del boom del counseling. El individuo requiere de ayuda terapéutica y de consejo para descifrar el código de la subjetividad y de la intersubjetividad que producen las relaciones, anda en búsqueda de la vida de bolsillo que le ayude a encontrar la cuadratura del círculo, o bien como se expresa coloquialmente comerse la torta y al mismo tiempo conservarla distante. Lo que queda en duda es la razón por la cual el individuo acude a consulta: ¿para mantener la relación pese a su complejidad? O ¿para romper sin sufrir emocionalmente por las consecuencias de su limitación de poder mantener la relación? Las relaciones humanas ante el desarrollo de las tecnologías asumen la nomenclatura de conexiones, que en conjunto conforman una red integrada de redes, el vínculo amoroso pasa a formar parte de una conexión dentro de las redes de la pareja. Hombres y mujeres desean estar conectados para poder desconectarse; el amor se ha vuelto un asunto de conexión, sin más compromisos que produzcan confusiones y malestares. El vínculo amoroso es conectable en la pareja, lo romántico se expande a voluntad, es posible apretar la tecla de borrar si el romanticismo o deseo no se satisface al instante de su consumo, evitando la carga y el deber agotador de la relación tradicional; sin embargo, la desconexión y el descompromiso que facilitan la ruptura a voluntad, no evitan el riesgo sino que caen en otras problemáticas tales como la angustia, producto de la ambivalencia de la modernidad líquida.

Beck (1998) inicia el cuarto capítulo de su libro, La sociedad del riesgo Hacia una nueva modernidad, con la frase: “los barómetros lingüísticos anuncian la tormenta, haciendo alusión a los cambios en la relación de pareja y matrimonial, de cómo la familia se transforma en lo cotidiano”. Hombres y mujeres cambian en lo individual y en lo social; la sexualidad y la relación amorosa no caminan independientemente de los cambios en el trabajo, la educación y la economía. Lingüísticamente, la retórica del idilio entre la pareja a través del discurso de la igualdad entre hombres y mujeres sufre los estragos de la tormenta, dando pie a las desigualdades entre los sexos que desembocan en un océano de conflictos, los cuales varios autores señalan como, afirma Beck, prognosis de un largo conflicto.

El conflicto entre los sexos se percibe materialmente y en la cultura del vínculo amoroso. En el primer caso, los divorcios van en aumento. En Alemania, menciona Beck, uno de cada tres matrimonios se separa (y uno de cada dos en las grandes ciudades), lo que trastoca la relación con los hijos, dando paso a una complejidad en las relaciones filiales: tus hijos, mis hijos, nuestros hijos. Esto habla de que la cultura del vínculo amoroso está cambiando mientras el amor dure; la idea de casarse, tener hijos y educarlos se desvanece en el aire. En otros de sus libros, Beck (2001) cita un pasaje de la novela de Michel Cunninghan, A Home at the End of the World, que da cuenta del cuestionamiento al vínculo amoroso tradicional:
“¿Por qué te casaste con el hombre con quien lo hiciste?”, pregunta una hija a su madre,  (…) “¿No tuviste nunca miedo de cometer un grave error, como perder el tren de tu verdadera vida y, no sé, desviarte por la tangente sin tener ninguna posibilidad de volver atrás?” Su madre ahuyentaba la pregunta como si fuera una mosca lerda pero pesada. Sus dedos brillaban por la pulpa de tomate. “En aquel entonces no hacíamos preguntas tan trascendentes”, dijo ella. “¿No es duro para ti pensar, cuestionar y planificar tanto?” (p. 15).

Beck sustenta la idea de que existe un desacoplamiento y diferenciación de las formas de vida y de convivencia, el vínculo de largo plazo está siendo reemplazado por el vínculo de la incertidumbre, que cuestiona el peso de subsumir el proyecto de vida individual a un proyecto de vida de pareja o en familia, que planifica pretendiendo dominar los vaivenes de la relación amorosa. Un modelo que no cuestionaba el compromiso y la dificultad para cumplirlo, ceñido más que nada por lazos tradicionales que emanaban de instituciones como la iglesia, la escuela y la propia familia. Esto se acompaña de la tormenta lingüística porque la unicidad conceptual se pluraliza, las figuras de familia, matrimonio, hijos, paternidad, maternidad se diversifican acorde al desacoplamiento y diferenciación de la vida amorosa. Por ejemplo, con respecto a los tipos de familia: familia integrada, familia desintegrada, familia funcional, familia disfuncional, familia reconstituida, familia nuclear, familia extensa, familia uniparental o familia homosexual; con respecto a los tipos de paternidad: padre separado, padre con hijo único, padre con hijos adoptivos, padre con hijos compartidos, padres de fin de semana, padres extranjeros, padres virtuales, padrastros, padre múltiple (con hijos con distinta pareja), padre sin ser padre, padre esperma (donadores de esperma), padre homosexual, padre-madre (el hombre que asume el doble rol); con respecto a la maternidad: madre natural, madre adoptiva, madre sin ser madre, madre uterina (quien presta su útero), madre soltera, madre con hijo único, madre múltiple (con hijos con distinta pareja), madre lesbiana, madre-padre (la mujer que asumen el doble rol), etcétera.

 

La caída de los mitos de lo masculino y lo femenino
Los mitos del hombre fuerte, proveedor y monogámico, y de la mujer débil, sumisa y dedicada a la crianza de los hijos, están sucumbiendo en la sociedad posmoderna. La emancipación de la mujer y la resignificación del hombre es lo notorio en nuestro tiempo, aunque no siempre percibamos que vayan de la mano la apertura verbal con el comportamiento real. El trabajo y la educación son muestra del cambio, por ejemplo, con la feminización cada vez son más las mujeres que trabajan y las que se matriculan en la escuela. La mujer se libera y logra cada vez más espacios de identidad y reconocimiento; pero a su vez, en el sentido de la ambigüedad moderna que trabaja Bauman, se mantienen signos que demeritan su identidad; el maltrato, la agresión y la violencia persisten, feminicidios y mujeres violentadas van en aumento. El logro de la igualdad no va acompañado de la equidad, se mantiene un conflicto de inequidad entre el hombre y la mujer, que no solo es con relación al vínculo amoroso, sino también con la estructura social, como señala Beck:

Los conflictos entre hombres y mujeres, sin embargo, no son únicamente lo que parecen ser, es decir, conflictos entre hombres y mujeres. Con ellos se desmorona también una estructura social de lo privado. Lo que aparece como conflicto de las relaciones amorosas tiene un lado general, teórico-social… (2001, p. 45).

Esa tesis es cercana a la de Bauman, la relación entre estructura social y psiquis se influyen mutuamente: un cambio en el sistema social interactúa con un cambio en el sistema familiar y en la relación de pareja, y viceversa. En particular nos interesa hacer notar los cambios en la pareja caracterizados por un proceso de individualización ambivalente: se quiere estar solo pero acompañado.

Los cambios en la pareja desde la individualización significan cambios en la intimidad. Al igual que Beck, Giddens pronuncia que hay que resaltar el conflicto entre los sexos que llega hasta la alcoba. En ese conflicto resalta la violencia que se presenta, pareciendo que se vive una doble violencia: violencia estructural y violencia que mueve emocionalmente a la pareja, donde la peor parte se la están llevando las mujeres ante el maltrato que reciben de los hombres. Es un conflicto en el que, como dice Giddens, no se vislumbra un puente entre los sexos:

Las sociedades modernas tienen historia emocional clandestina que está aún por revelarse. Se trata de la historia de las aspiraciones sexuales de los hombres, que se han mantenido disociadas de sus personalidades públicas. El control sexual de las mujeres por parte de los hombres es más que un rasgo incidental de la vida social moderna. En la medida en que el control en cuestión se relaja, aparece bien a las claras el carácter compulsivo de la sexualidad masculina. La decadencia de este control menguante genera también una oleada creciente de violencia masculina hacia las mujeres. En este momento, se ha abierto un abismo entre los sexos y no se puede decir con certeza cuándo se tenderá un puente (1998, p. 5).

En la cita resalta la historia emocional clandestina que tiene que ver con las formas de vivir la vida amorosa por parte de hombres y mujeres. El control de la sexualidad atraviesa por un proceso que está conduciendo al consumo compulsivo de los cuerpos, al hedonismo vulgar que con su insatisfacción genera nuevas adicciones, en particular la adicción sexual y la codependencia que el sujeto tiene con las relaciones porque ama su soledad pero no quiere estar solo. Ambas adicciones forman parte de la ambivalencia de la modernidad: una frenética e incansable insatisfacción oculta en las relaciones de pareja. La adicción sexual ha dado pie a la creación de los grupos de Adictos Anónimos al Sexo (AAS), una adicción que comparten por igual hombres y mujeres, con esto, como dice Giddens, el viejo slogan de que las mujeres quieren amor y los hombres sexo pierde peso, pues ambos géneros tienen experiencias adictivas con relación al sexo. Hombres y mujeres entablan otra adicción: la codependencia; desean doblegar y controlar al otro a sus caprichos y necesidades, involucrándose en relaciones de dominación y violencia. Giddens refiere un conjunto de características de las relaciones adictivas que se diferencian de las relaciones íntimas:

Tabla 1. Comparación entre relaciones adictivas e íntimas

Relaciones adictivas

Relaciones íntimas

Obsesión por encontrar alguien a quien querer.

Desarrollo del yo como prioridad absoluta.

Necesidad de gratificación inmediata.

Deseo de un consentimiento. La relación se desarrolla paso a paso.

Uno de los dos presiona para una relación sexual o de compromiso.

Libertad de elección.

Desequilibrio de poder

Equilibrio y reciprocidad en la relación.

El poder aspira al control.

Compromiso, negociación o liderazgo compartido.

No se habla, especialmente cuando no van las cosas bien.

Se comparten deseos y sentimientos; se aprecia lo que opina el otro.

Manipulación

Franqueza

Falta de confianza

Confianza adecuada (saber que el otro se comportará de acuerdo con su naturaleza fundamental).

Tentativas de cambiar al otro para saciar las necesidades propias.

Aceptar la individualidad del otro.

La relación se basa en el engaño y
evita lo ingrato.

La relación asume todos los aspectos de la realidad.

La relación es siempre la misma.

La relación es siempre cambiante.

Se supone que uno cuidará y liberará al otro.

Autocuidado por parte de ambos miembros de la pareja.

Fusión (obsesionada con los sentimientos y problemas del otro).

Desprendimiento amoroso (preocupación sana sobre el bienestar y desarrollo del otro, sin atosigarle).

Se confunde la pasión con el temor.

El sexo surge de la amistad y del cariño.

Se culpa a sí mismo o al otro de los problemas.

Solución conjunta de los problemas.

Ciclo de dolor y desesperación.

Ciclo de bienestar y satisfacción

Fuente: Giddens (1998, p. 60).

Las relaciones adictivas que realizan simbólicamente el deseo no están exentas de ocasionar malestares en la persona, como culpa, dolor y miedo, que se reflejan en conductas que atentan contra la salud emocional por la obsesión por lo nuevo –la utilidad del amor metamorfoseado con el deseo sexual-, la manipulación y la desconfianza en que están dadas las conexiones amorosas. Los individuos pueden perder el control de sus relaciones adictivas al grado de generarse patologías psicológicas como ansiedad, depresión y, en casos extremos, ideas o intentos suicidas. Por tanto, la conexión amorosa puede esfumarse en el aire tras la fugacidad del goce dejando un vacío existencial. Los autoengaños prevalecen en torno al amor, por ejemplo, el amor verdadero es narcisista, debo atraer al otro hacia mi forma de amor; en otras palabras, amo al otro porque me encuentro a mí mismo en él, y el amor del otro no sirve para satisfacer mi propio deseo. Una frase común en esta conexión de amor con respecto al desamor, es: Me ama a su manera o En el fondo me ama. Autoengaño de quien ama y autoengaño de quien sufre desamor. Narcisismo y codependencia son dos rostros de la conexión amorosa en la liberación del deseo en la posmodernidad.
No todo está perdido para el vínculo amoroso, la terapia se ha desarrollado como educación orientada a formar a la pareja, una educación del manejo de las relaciones cognitivas, afectivas, sentimentales y emocionales en la pareja para mejorar la calidad de la relación amorosa. Presenciamos un racimo novedoso de enfoques psico-educativos y el fortalecimiento de corrientes tradicionales en el campo de la psicología. Existe un encuentro entre educación y psicología que se expresa a nivel personal, haciendo que la persona se conciba como multidimensional y holista. La tendencia posmoderna es la búsqueda del equilibrio entre lo cognitivo y lo emocional, poniendo énfasis en el autocuidado para la adquisición de habilidades para el manejo del compromiso con reciprocidad en la búsqueda del bienestar y satisfacción personal. En este sentido, la posmodernidad es ambivalente: por un lado está el hedonismo de la fiesta perpetua, y por el otro está la búsqueda de sentido.

Desplazamientos entre los sexos
Las relaciones adictivas se vinculan con el siguiente punto que queremos resaltar de la cita arriba mencionada: la aspiración al control, al desequilibrio del poder, a la manipulación, al dolor y a la desesperación, todas ellas manifestaciones que tienen que ver con la violencia, el maltrato y el abuso hacia la mujer. Giddens coincide con Beck al señalar que esto forma parte del abismo entre los sexos, sin que aún se pueda vislumbrar a corto plazo una verdadera conciliación.

Dicho desplazamiento entre los sexos surge en el contexto de diferentes cambios que trastocan el vínculo amoroso de la pareja. Mucho han escrito al respecto autores como Campuzano (2009), Castro (2004), Eguiliz (2007), Caratozzolo (1996), entre otros. Por su parte, Sánchez (2008), realiza un excelente análisis, con base en distintos autores, sobre las características de los cambios, destacando los siguientes:

Tabla 2. Cambios en la relación de pareja.

AUTORES

Bianchi

Sánchez

Campuzano

Aumento (disparejo) de los índices de longevidad en hombres y mujeres

El cambio en los roles de la mujer y del hombre

El divorcio como privilegio del individuo libre y con voluntad

Cambios en los ámbitos y prácticas de convivencia y familia

Cambios en la sexualidad

Los conceptos de igualdad e individualidad social

Modificaciones importantes en las prácticas sexuales

Desarrollos en la tecnología (rápidos cambios en los vínculos e incremento de microduelos)

Cambios en los roles de mujeres y hombres

Cambio del paradigma “pareja-hijos” al paradigma “pareja-individuo

Cambios en la expectativa de vida

Cambios en la sexualidad y en la reproducción con el desarrollo de la tecnología

Aportaciones de la medicina a la unidad pareja

Cambios en el valor y peso de las instituciones (familia, religión y Estado)

Tránsito de la sexualidad instrumental (medieval), de la sexualidad afectiva (modernidad) a la sexualidad hedonista (posmodernidad)

 

Cambios en el concepto de amor (“empeño de la palabra”, “solidaridad silenciosa”)

Aumento en la expectativa de vida y en las condiciones de vida.

 

 

Cambios en la parentalidad

Fuente: Adaptación del escrito de Sánchez (2008).

Los autores coinciden en varios puntos; sin embargo, los resumimos en el planteamiento de que en la posmodernidad prevalece una sexualidad hedonista sustentada en las ideas de igualdad de derechos, de individualidad y de libertad que transforma las prácticas de convivencia de la pareja y de la familia conformando el paradigma pareja-individuo, esto ante el desplome de las instituciones tradicionales como la familia, la religión y el Estado, y frente al desarrollo de la tecnología que incide en los cambios de roles, las expectativas de vida y las relaciones entre hombres y mujeres. Por tanto, estos cambian su disposición de comprometerse a largo plazo por un amor de “solidaridad silenciosa”, hasta que dure el amor, lo que ha incrementado los divorcios, las formas de parentalidad y el malestar amoroso, así como los microduelos mediante strippers, luchas en barro, encuentros eróticos, la fiesta perpetua, divorce party.
Esa sexualidad hedonista trastoca el vínculo amoroso de la pareja, la subjetividad, la intersubjetividad, las pulsiones y el deseo. Nuevos significados se construyen en la relación, haciendo que cualitativamente ahora sus parámetros sean otros. Los vínculos emocionales de la pareja en la cultura posmoderna son inéditos. Sánchez identifica cuatro:

a) Cotidianidad (vivir libremente en pareja)  
Hace referencia a la forma en que la pareja decide vivir su cotidianidad espacio-temporal, la forma en la que lleva a efecto su convivencia y cohabitación. Aparecen las modalidades de convivencia libres y la de juntos pero separados; en el primer caso, la cohabitación sin formalización legal pueden ser resultado de libres elecciones de parejas que se unen por primera vez o bien de parejas que provienen de un divorcio, en este caso la idea de concubinato es sustituida por la de viviendo juntos, que se libera de los prejuicios y supera la connotación despectiva y clasista; en el segundo caso, Living Apart Together, las parejas son estables y deciden vivir en lugares distintos pero estableciendo las pautas de su convivencia con base en sus tiempos y necesidades. 

b) Proyecto vital compartido (mientras dure el amor)   
Hace referencia a la construcción simbólica del proyecto de vida de la pareja, es el horizonte temporal que vincula sueños, deseos y realidades, es el súper yo derivado de la dualidad de expectativas de la pareja. Una diferenciación de proyectos se presenta: proyectos mientras dure el amor, suelen ser de corto plazo, y la frase “hasta que la muerte nos separe” es sustituida por “hasta que la(el) otra(o) nos separe”, haciendo que la idea de disolución permee la convivencia de la pareja; asimismo, surgen proyectos combinados o mezclados, poliformas de unión legalizadas, no legalizadas o mixtas e incluyentes.

c) Relaciones sexuales (entregarse total y abiertamente)   
Hace referencia a la apertura en la sexualidad de la pareja, una sexualidad polimorfa incluyente, la relación de esposos se diversifica en relación de amantes, relación extraconyugal, relación ocasional, relación de amigos con derecho, relación swingers, relación homosexual, relación heterosexual, relación bisexual, relaciones con penetración, relaciones sin penetración, relaciones premaritales. Esta gama de posibilidades forma parte del cambio en la relación amor, sexo y erotismo, que se separan entre sí y se separan de la procreación y de la vida conyugal para encontrarse a través de la relación sexual; pero en esto se debe considerar también el incremento del riesgo de contraer enfermedades sexuales o adicciones si no se toman las precauciones debidas.

d) Tendencia hacia la poligamia (dos pero no siempre los mismos dos; apertura hacia otros)     
Hace referencia al ligamen matrimonial con un solo cónyuge, asumiendo un compromiso pero que se redefine de acuerdo a los nuevos tiempos. Se acepta la posibilidad de romper el vínculo y de no mantener la exclusividad monogámica, haciendo notoria la debilidad de la fidelidad y el crecimiento de la poligamia sucesiva, lo que acrecienta la tendencia de los divorcios. El rol de hombres y mujeres se transforma, la mujer se emancipa y el hombre asume tareas que antes le estaban vedadas.    

Para cerrar, el vínculo amoroso en la posmodernidad se expande a nuevas experiencias; sin embargo, como ha quedado anotado, el terreno es movedizo y conflictivo sin puentes claros todavía. Tiene cabida la herencia de la desigualdad del poder de la sociedad machista, que se traduce en un alarmante crecimiento de la violencia, que ha llegado a un nivel de riesgo que internacionalmente ya se está considerando como un problema de salud pública. La posmodernidad con sus condimentos de individualismo, narcisismo, hedonismo, consumismo y competitividad, está cultivando formas también inéditas de maltrato y abuso hacia las mujeres, ya sea en su calidad de novias, esposas, amantes, amigas o conocidas. El hombre conserva rasgos de machismo como sujeto violento, victimario de la mujer.

Bibliografía

Bauman, Z. (2003). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Ediciones Paidós Iberoamérica.
Elizabeth B.  (2001). El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relación amorosa. Barcelona: Ediciones Paidós Iberoamérica.
Caratozzolo, D. (1996). La pareja pasional en la posmodernidad. Del desinterés a la violencia. Buenos Aires: Homo Sapiens.
Castro, I. (2004). La pareja actual: transición y cambios. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Eguiluz, L. (2007). Entendiendo a la pareja. Marcos teóricos para el trabajo terapéutico. México: Editorial Pax.
Giddens, A. (1998). La transformación de la intimidad. Sexo, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid: Ediciones Cátedra.
Campuzano, M. (2009). La posmodernidad y su influencia en los individuos, los conjuntos sociales la psicopatología y el psicoanálisis. En Revista Vínculo, Vol. 1, Núm. 6, junio, Brasil: Publicacoes Nesme. Recuperado de: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/1394/139412684007.pdf

Sánchez, J. (2008). Efectos de la cultura posmoderna sobre la pareja. En Revista electrónica de psicoterapia, Vol. 2 (1), mayo, Madrid: Clínica e investigación relacional. Recuperado de: http://www.psicoterapiarelacional.es/Portals/0/eJournalCeIR/V2N1_2008/14_JSEscarcega_Efectos_Cultura_posmoderna_CeIRV2N1.pdf